Agricultores y ganaderos han vuelto a salir esta semana a la calle para pedir precios justos para sus productos. Los costes de producción siguen subiendo pero hace años, dicen, que les pagan lo mismo. La diferencia entre el precio en origen y el que abona el consumidor es a veces abismal. Por ejemplo, el agricultor percibe 17 céntimos por un kilo de patatas que luego se vende en el supermercado a 1,25 euros. Es decir, un incremento de un 635 por ciento.
"Informe Semanal" ha estado en dos de los puntos calientes de la protesta, Badajoz y Jaén. Hemos hablado con productores, distribuidores, el ministro de Agricultura y con expertos en economía agraria. Los problemas no son nuevos, pero han empeorado últimamente por las malas cosechas y factores políticos, como los aranceles impuestos por Trump y las sanciones rusas a los frutos de hueso. La baja rentabilidad del campo agrava la falta de relevo generacional que está vaciando la España rural.
